domingo, 17 de junio de 2012

Yo espero, tú esperas...nosotros esperamos..



El  verbo esperar está lleno de contradicciones cuando nos ponemos a pensar qué es lo que esperamos. No es lo mismo la mitificada "dulce espera" de la embarazada, que esperar el resultado de las elecciones griegas.
 Nuestra infancia y adolescencia transcurrieron esperando la mayoría de edad, entonces llegaríamos a casa a la hora que nos diera la real gana, nadie podría mangonearnos, tendríamos novi@, y, por fin, ejerceríamos nuestro derecho al voto. El caso es que la vida es como una sala de espera, ahí quieto hasta que te toque. Hay quien espera un regalo, una mirada, que su equipo gane la liga, aprobar un examen, un ascenso,  que le toque el euromillón, una oportunidad, un cambio de vida y hasta un cambio de planeta cuando las cosas están muy torcidas.
Esperar y esperanza pertenecen a la misma familia léxica. Por eso, casi siempre esperamos que sucedan las cosas buenas. Por supuesto hay mucha gente que siempre espera lo peor, no es bueno tener muchos de esos alrededor, al final los pensamientos se vuelven negros, pero ojo con las personas optimistas. Esas siempre esperan lo mejor y no todas tienen la columna vertebral diseñada para el batacazo.
 Rosa esperaba dar a luz a una preciosísma niña y le salió niño. Andrea esperaba ser abuela en breve, cuando su hija le confesó que era lesbiana y no tenía interés en adoptar. Ane esperaba que su jefe se fijara en su capacidad organizativa para mejorar su posición en la empresa, y cuando lo hizo, la envió a una sucursal a 150Km de su casa. Muchas esposas esperan que su marido no se marche con una más joven y muchos maridos esperan que su esposa no se la pegue con su mejor amigo y así...
La espera suele ser larga y dura, con razón el saber popular dice "el que espera, desespera" y es desesperante que, en muchas ocasiones, los resultados de tan larga espera no dependan de nosotros mismos sino del buen (o mal), criterio de otros, de sus caprichos o de sus necesidades. Por supuesto que podemos trabajarnos los resultados de nuestra espera, pero no siempre.
Mientras eso que te hace morderte las uñas de los pies, te quema las entrañas y reduce al mínimo el rendimiento de tu cerebro, sucede, recuerda: la esperanza es lo último que se pierde, y, cuidado con lo que deseas, no vaya a ser que se cumpla.
Love.




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